jueves, 25 de octubre de 2018

EL DIA (La Plata)




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FESAALP: "Averno", descenso a un mundo de mitos, fantasías y ensueño
Desde las 22 en el Pasaje Dardo Rocha, gratis, se verá la cinta de Marcos Loayza, una onírica exploración del imaginario mitológico andino elegida por Bolivia para competir por los Goya
25 de Septiembre de 2018 | 14:41

El boliviano Marcos Loayza, uno de los cineastas más prestigiosos del cine suramericano, pone rostro a personajes que desde hace siglos llevan al libre albedrío del imaginario mitológico andino, en su última película "Averno", ambientada en leyendas urbanas de la bohemia nocturna de La Paz y que se proyectará esta noche, gratis, en la Sala Polivalente del Pasaje Dardo Rocha, desde las 22, en el marco del FESAALP.
"Averno", elegida por Bolivia para competir por los Premios Goya, relata el viaje que debe emprender Tupah, un joven lustrabotas de El Alto, ciudad vecina de La Paz, para buscar a su tío extraviado en un mundo lleno de seres de la mitología andina que transcurre de noche. En esa búsqueda, el joven "se encuentra con un montón de cosas" que "le van a cambiar la vida", señala el cineasta, realizador de filmes como "Escrito en el agua" (1997), "El corazón de Jesús" (2004), y "Las Bellas Durmientes" (2012)…
"Todas las culturas tienen una versión del nacimiento del héroe, pero el mito lo que hace es encontrar el alma de cada sociedad", sostiene Loayza. Así, su "Averno", sería "el nacimiento de un héroe, pero desde el punto de vista de los Andes".
"Es un viaje al mundo de abajo, lo que en aimara se dice 'Manqha Pacha'. De alguna manera, el sinónimo más concreto de ese submundo de abajo es Averno, que no es el infierno", sostiene.
"Por otro lado, dentro de las leyendas urbanas de esta ciudad estaba el bar Averno, un bar mítico que ya ha cerrado pero por donde han pasado muchos intelectuales y mucha gente. Parte de la historia de la noche de esta ciudad ha transcurrido en ese bar", agrega el cineasta.
En ese viaje fantástico aparecen seres míticos andinos como el "anchancho", una especie de duende que transita en las fronteras del cielo y el infierno. O el "Lari Lari", un personaje al que los católicos identifican como demonio y que, según Loayza, es como "un interlocutor de las fuerzas más oscuras". No faltan los animales considerados sagrados como los sapos, muy vinculados con la "Pachamama" o Madre Tierra y presentes siempre en la cultura andina.
También están las "kataris" o "amarus", como se llama a las serpientes en aimara y quechua, respectivamente, animales identificados en el mundo andino con el "cambio" y la "luz", a diferencia de la cultura judeo cristiana, para la que significan traición, explica el realizador.
Además, aparecen otros personajes que sí existieron, pero que el cineasta considera "míticos" por su aporte a las letras y artes bolivianas, como el poeta Jaime Sáenz, el escritor René Bascopé o el pintor Humberto Jaimes.
El filme es un proyecto que viene madurando desde hace once años, cuando Loayza hizo el documental "El estado de las cosas" y obtuvo una "materia prima muy grande" sobre las cosmovisiones indígenas, mediante entrevistas a líderes de los pueblos originarios, filósofos y pensadores. A partir de esas conversaciones e informaciones, el cineasta comenzó a realizar dibujos imaginando el particular universo de “Averno”, que, como es propio del cine independiente y del cine en América latina, se volvían realidad en sets, revela Loayza, apenas horas antes de que los rodajes tuvieran lugar. “El equipo de arte trabajaba de día y nosotros filmpabamos de noche”, se ríe el cineasta.
Loayza, en diálogo con EL DIA, afirma además que se trata de una película con “muchas capas”: cada espectador podrá elegir "el nivel de profundidad o el tipo de lectura" que quiera darle a "Averno", ya sea como una película de aventuras, "costumbrista", esotérica, antropológica, o la relacionarán con situaciones culturales como "la fiesta, la noche, el rito, el alcohol".
La cinta, agrega, mezcla “lo psicológico, lo antropológico y lo cinéfilo”: estas tradiciones se entrecruzan en una propuesta osada y creativa que huye del realismo porque “cuando te escapas de la realidad las posibilidades son muchas más”. “Hoy el cine está yendo hacia las pequeñas historias, pero esta no es una historia minimalista”, advierte Loayza. "Esta película es un espejo totalmente distorsionado, no les muestro la realidad, sino les muestro sus sueños, su imaginario".




martes, 2 de octubre de 2018

Notinac

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El delay inevitable de los Festivales me arrastra a un avismo en donde el tiempo y espacio se distorsionan. Las vidas en las cavernas sinuosas del cine, en donde las llamadas no entran y quedan en el limbo de la realidad  y en donde el poder sectario de la charla de pasillo te involucran en un momento de elixir privado, dejan a los concurrentes del BAFICI al borde del abismo de no poder ser encontrados, como en otra dimensión. Escribir se hace una tarea de bar– como comer una muzza en la barra-  o de “raje” diría, pero de esas corridas también sale la improvisación y el juego. El lunes, primer día hábil de la segunda semana del BAFICI, me llevó al madrugón e impulsada por la gráfica medio estilo Donnie Darko de Richard Kelly (pero en vez de careta, pasamontaña) a ver Averno, la última película de Marcos Loayza, de quien admito no había visto nada.
La película  boliviana en Competencia Latinoamericana, me metió en un viaje diacónico y  mitológico, en donde la fábula acompaña a Tupah en un viaje de iniciación. Un sueño en donde evocará a su tío muerto Anselmo es el comienzo onírico de este viaje colorido por las tradiciones del altiplano. Loayza convierte su relato en magia pura, Tupah es Alicia, pero en vez de estar buscando el conejo en el país de la maravillas, está buscando a su tío trompetista, el mellizo del muerto.
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El joven lustra botas tiene solo una noche para lograr encontrar a su tío, para eso deberá toparse con personajes buenos  y malos que lo ayudaran o le harán más difícil su llegada al paraíso. El relato realzado de mitología lleva al joven por burdeles, borracherías y por lugares de peleas titánicas en donde se convertirá en hombre. El tema es representado por lumbreras simbólicas de la noche: Lari, un diablo que quiere obtener el alma de Tupah; una ninfa que lo protegerá ante los enemigos y un santo en caballo que lo guiará por los pasadizos de una ciudad sitiada. Averno es interesante, porque cuento el cuento de Pinocho, de Alicia, del Mago de Oz pero guardando y cuidando la idiosincrasia boliviana. Una perlita del BAFICI.
Averno se proyectará el VI 20, 21:20hs en el Village Caballito.

Rolando Gallego


Rolando Gallego
19/09/2018 19:08
De visita en el país, primero por la 5 edición del Festival Internacional de Cine de las Alturas, y después por el 9 Festival Internacional de Cine y Formación en Derechos Humanos de las Personas Migrantes, Marcos Loayza presenta su cuarta película Averno (2018). El inclasificable film de Loayza recupera iconografía y folklore autóctono para construir un apasionante relato de búsqueda e identidad a partir de la necesidad de un joven por llegar al lugar del título y salvar a su tío. EscribiendoCine dialogó con el director, ganador además del premio a la mejor película de la Competencia Latinoamericana del (20) BAFICI.

Averno

(2018)
Hablás de lo difícil de poder filmar Averno, ¿qué sabías que no ibas a prescindir para plasmarla en imágenes?
La idea es compleja, es una película que tiene casi la mitad de las locaciones fabricadas, todas están intervenidas, hay maquillaje, 50 personajes, efectos especiales, era una maquinaria para hacerla grande y no valía hacerla con bajo presupuesto. Estoy contento con el resultado costo beneficio, porque es una película en la que pasan muchas cosas dentro de la pantalla, tenía que hacerse así y no de otra.
¿Imaginaste mucho tiempo la película? Es un film con muchas capas…
Ha tenido un tiempo de maduración, el guion se hizo en 2006, el nacimiento de héroe desde el punto de vista andino, Bolivia y creo que toda América Latina son países que no tienen héroes, tienen mártires, y para construir Nación necesitas de ellos, por eso recurrí a la mitología andina, creo que hay un pensamiento indoamericano con tres vertientes y quise trabajar con todas esas cosas. Más trataba de conseguir el dinero, más íbamos reflexionando, iba a bibliotecas buscando información.
Estás todo el tiempo pensando, dibujando, ¿cómo ordenas todo? ¿Te volvés loco?
Trabajo sobre el caos de alguna manera, junto muchas ideas y después las que quedan en mi memoria son las que valen, tengo muchas agendas, se van juntando capas, en Averno estaba la chola con cuernos al final, y es una sola toma, hay dibujos que tenía y los use, hay otras cosas como los santos decapitados, que sucedió y está en pocos libros de historia, indígenas que les daba tanta rabia que se llevaban la cabeza de los santos. Me gustaría que la gente conectara con esto.
En las funciones la gente conecta…
Hay gente que no, dice están locos, es una ópera mal hecha, es trucha, y otras que sí conectan, pero además no está contada desde la dramaturgia clásica.
Es una película compleja, con extrañamiento
Sí, y no es importante el conflicto, esa cosa de la motivación de los personajes, si fuera una película gringa le hubiesen robado al hermano, al hijo o amenazado de muerte. Es a otro nivel, funciona en algunos porque entienden los nexos, tiene sub capas de lectura. La película puede contarse por el tarot, el protagonista es el ahorcado, hay una lectura, esoterismo en el buen sentido, que están ocultas, en el juego. Las puedes encontrar o no.
Hay multiplicidad de capas, que seguramente se descubren en varios visionados…
Siempre busco en mis películas que puedan encontrar cosas en una segunda mirada, hay otras, como Los otros (2001), de Alejandro Amenábar, que no puedes, porque te das cuenta que al ver la trampa todo es artificio para contar ese final. Averno tiene muchos niveles y guiños.
¿Cuánto duró el rodaje?
Cinco semanas, muy fuerte, de noche, muy difícil de grabar, empezamos a adelantar locaciones y en las últimas estaban hasta pintando.
¿Editás en paralelo?
No, jamás, ni siquiera miro o reviso el material. Cuando termino le entrego el guion, el guion técnico y el material a mi editor argentino Fabio Pallero, hasta el primer corte, ahí lo veo, porque si uno mismo edita te vas perdonando y limpiando. El editor no vio el rodaje, pero me doy cuenta cómo está el guion.
¿Se estrenó en Bolivia?
Sí, nos fue relativamente bien, somos la segunda película nacional más taquillera en los últimos cinco años.
¿Cuántas películas se filman por año?
Este año es récord, como diez, seguimos en la cinemateca es muy bueno porque se sigue hablando.
¿Vas a las funciones?
No, entro un ratito para ver si está todo ok, se hicieron algunos debates, todo está en mi cabeza, pero tiene sustento, y ciertos antropólogos quieren conocer el origen de todo. Hay lecturas sobre confirmación de teoría de las conquistas en Averno, cuando Colón llega y conquista bota a los judíos, si hay delincuentes y militares que arrasan con todo, y judíos que conectan, como no son católicos, con los pueblos originarios, creando una cultura que no es católica y que no se ha ordenado en América Latina, y la película va por ahí.
Disparás ideas, ¿eso te gusta de tu cine?
Sí, cuando pones las cosas de corazón en tu obra eso va a interesarle a la gente, si cuidas otros aspectos tal vez la película desaparece.
¿Siempre quisiste dirigir cine?
No, yo quería hacer dibujos animados, e incluso fui a la cinemateca y me dieron película, fui a algunas productoras y me dijeron que era imposible, que era más fácil poner a un actor y filmarlo, sigo tentado en hacer animación.
Con algo autóctono…
Sí, ahora trabajo en mi próximo guion, ésta es la idea de romper con occidente, y quiero hacer algo reconciliándome con esto, voy a hacer La Odisea, pero es mi antojo, creo que hay una posibilidad de darle al espectador ciertas imágenes y secuencias que quedan. Siempre se ha discutido si el cine tiene que ser narración o poesía, para mí es narrativo, y el dogma es que no podés aburrir al espectador, sin hacer un cine falsamente poético. Creo que hubo varios intentos, Eliseo Subiela es uno, pero luego se diluye, y no es el primero que intenta y fracasa, y me tienta ir al fracaso.
Estás escribiendo y Averno sigue en festivales…
Sí, recién está empezando, tiene otro camino, no empezamos en un lugar grande, empezamos en Punta del Este, no es una película que iría a Cannes, allí la silbarían. El chip va por otro lado, algunos me decían que es una película que para mucha gente es carne cruda, y no sé si está bien o mal, pero es un camino. Mucha gente sale agradecida.

viernes, 28 de septiembre de 2018

Felipe Vicente

Felipe Vicente
19/04/2018 15:20
Marcos Loayza despliega todo su talento en Averno (2018). La película que participó del festival de Punta del Este y ahora lo hace en (20) BAFICI, provoca una ruptura en el cine boliviano. Esta travesía urbana de ritmo arrollador que atraviesa la noche paceña se convierte (junto a Viejo Calavera, 2017) en exponente y estímulo para la cinematografía latinoamericana, que avanza con historias y símbolos propios.

Averno

(2018)
7 cajas (2012), Viejo Calavera (2017), Gloria (2014), Una mujer fantástica(2017), Aquarius (2016), El abrazo de la serpiente (2016). Podría hacerse todo un simposio acerca del avance creativo latinoamericano en conjunto. Averno llega contagiando la solidez que van construyendo las películas de la periferia del continente americano. Este film que arranca con el joven lustrador de zapatos Tupah y el encargo de encontrar a su perdido tío, deviene en una odisea urbana que posee todas las condiciones para llevarse el galardón de la competencia latinoamericana.
El director que llegó a filmar en Argentina (Escrito en el agua, 1997) elabora una fábula social que concentra su energía en la nobleza de su personaje principal y sus aventuras por las calles de La Paz para llegar al averno, esa especie de boliche metafísico donde habitan almas, personas y sus opuestos. Los agentes nocturnos de este territorio andino no le hacen nada fácil el camino al muchacho. En consecuencia, deberá atravesar la noche por los pasajes más oscuros de los barrios.
Bandas callejeras, peleas al estilo vale todo, un asesino despiadado y hasta la representación del mismísimo diablo (quien intentará hacerle firmar un papel que supuestamente garantiza la entrada al averno) son algunos de los seres que intentan arrebatarle la osadía a Tupah. El trabajo sobre el personaje interpretado por Paolo Vargas suscita las características más fieles que puede cargar el hombre. La temeridad y valentía van in crescendo hasta despertar toda la fuerza del joven.
Aunque la película tiene tonos de fantasía y acción, es recurrente durante todo el relato pensar que existe una representación social que conceptualiza la Bolivia urbana. Mas allá, se trata de interpretar esa Latinoamérica llena de peligros, encausada, a su vez, en ideas de mitos bolivianos. Como sucede en Viejo Calavera, el lenguaje y dialéctica andina proliferan gracias a los diálogos. También, encuentran su espacio hasta ponerle condimento al lunfardo boliviano. Así aconteció tiempo atrás con las tonalidades del acento italiano en el neorrealismo, ahora el director intenta capitalizar las múltiples lenguas que se hablan en el idioma de su país.
Las máscaras, disfraces y elementos de la era precolombina que rodean al film decoran un relato dedicado a la cultura boliviana. Asimismo, el desempeño de fotografía a cargo de Nelson Wainsteinresalta estos objetos puestos a merced de la noche que contrasta con las luces de la ciudad de la Paz. El ritmo de alto vuelo que imprime la película es posible gracias al laborioso montaje, custodiado por Fabio Pallero.
El momento más prolífero llegó para las cinematografías adyacentes. Averno servirá para que otros talentos se hagan eco y repliquen estas historias originarias de sus propias latitudes. La necesidad de escribir la propia historia se calienta dentro de este enorme caldo cinematográfico.

9.0

lunes, 3 de septiembre de 2018

Carlos André Moreira



Carlos André Moreira
Estreou ontem na Mostra Competitiva do Festival de Cinema de Gramado um dos filmes com maior potencial para se tornar um “cult” bizarro apresentados neste festival (o outro é o divertido curta brasileiro Retirada para um Coração aos Berros, que mistura o sertão, a velhice, alienígenas e heavy metal). Produção com um visual entre o exuberante e o artesanal e uma delirante narrativa que passeia não apenas pelos mitos dos povos andinos mas pelas estruturas mitológicas de qualquer narrativa de herói, o filme desagradou boa parte da crítica presente, mas público gostou de sua estranheza.
Coprodução entre Bolívia e Uruguai, Averno, sétimo filme do diretor boliviano Marcos Loayza, se apresenta, desde o título como uma reinvenção mitológica (Averno é o vulcão na Itália que os antigos romanos consideravam uma das entradas para o mundo subterrâneo, donde também se tornou um sinônimo para inferno). O jovem engraxate Tupah, que vive numa favela nos altiplanos com sua família, desce a La Paz todos os dias para trabalhar e encontrar com seus amigos também engraxates numa esquina da Capital.

Certo dia, após ter um estranho sonho com seus dois tios gêmeos, Tupah é procurado em sua esquina de sempre por um esquivo oficial militar que deseja encontrar o tio do garoto, Jacinto “Vinho Tinto”, tocador de tuba em uma banda contratada para se apresentar no enterro de um oficial importante no dia seguinte. O problema é que Jacinto, ainda sofrendo pela morte de seu irmão gêmeo, anos antes, é um beberrão imprevisível cujo paradeiro é desconhecido. O oficial promete dinheiro se Tupah encontrar seu tio, e ameaça represálias à sua família se ele não o fizer. Assim, Tupah embarca numa viagem pela noite de La Paz, que se prova um mundo paralelo, em que bares e prostíbulos são, na verdade, disfarces para figuras mitológicas da tradição andina interessadas em impedir ou ajudar o jovem herói em sua jornada.
Inicialmente acompanhado de um de seus amigos, Tupah tem de cumprir sua missão sozinho, e a determinado ponto a jornada se torna de sobrevivência mais do que de busca. Em um dos bares/reinos místicos para os quais viaja à procura de seu tio, Tupah é desafiado para uma luta por um jovem líder de gangue chamado O Príncipe da Noite, e, ao matá-lo no combate, faz recair sobre si a perseguição dos demais integrantes das gangues, o que dificultará ainda mais sua empreitada. Como o título já anuncia, o caminho final para encontrar o tio é um bar chamado Averno, repleto de figuras de poder, e de onde ele pode nunca mais sair.
Como convém a uma jornada aos infernos latino-americana, o filme mescla cores quentes com uma fotografia escura, misto de registro realista com atmosferas oníricas e personagens fantásticos saídos de diversas fontes da tradição andina, como o Anchancho, um duende mineiro subterrâno, o Lari-Lari, um melífluo negociador de almas que, na mitologia aimará, é um animal caçador de bebês ou o Kusillo, bufão das tradições dançantes do altiplano.
— São personagens que mesmo muitos dos espectadores bolivianos não conseguem mais identificar. Infelizmente, o mundo mitológico dos povos andinos está se perdendo — diz o diretor Loayza.
Claro, Averno não é uma obra-prima. A direção de arte é muito inventiva, mas algumas soluções de encrencas nas quais o protagonista se envolve confundem a brevidade e a leveza das narrativas mitológicas com soluções deus ex machina apelativas. Paolo Vargas, que vive Tupah, é um ator de fisionomia impassível, o que o próprio diretor já disse ser uma escolha voluntária que faz referência ao grande cômico do cinema mudo Buster Keaton. Entretanto, para platéias contemporâneas, uma atuação de filme mudo e preto e branco em uma produção acelerada filmada a cores provoca uma desconexão maior do que a desejada. Ainda assim, Averno é um filme original, uma experiência visual bastante diversa de muito do que se viu na cinematografia mais clássica dos longas exibidos até aqui na Mostra Latina. É, assim, um filme que merece ser visto.