Averno (2018, de Marcos Loayza, Competencia Oficial Latinoamericana), por Martín Chiavarino
La noche de los muertos
Un estrafalario funcionario público le solicita a un joven lustrabotas de la ciudad de La Paz que encuentre a su tío Jacinto, un trompetista, para participar de las exequias de un policía fallecido. Tupah, el humilde joven, inicia así un desenfrenado y alucinatorio viaje por el inframundo de la capital de Bolivia, metáfora de un mundo en que lo fantástico y lo real se funden a través del velo de la noche.
Averno (2018) construye una historia frenética y mágica alrededor de las mitologías y leyendas andinas introducidas en la vida urbana, irrumpiendo la trama diurna para transportar al protagonista a otro mundo que lo subyace. Máscaras, monstruos mitológicos, pandillas y espíritus que buscan aprovecharse del desconcierto de Tupah son algunas de las pruebas que deberá pasar este joven en su extraviado y arduo camino al averno.
Marcos Loayza ofrece en su último largometraje una narración sobre la clásica construcción del héroe tras enfrentar y vencer los obstáculos que se le presentan en su rito de pasaje tamizada por las leyendas de la noche de los muertos como corolario y coyuntura que todo lo define dentro del universo del film. Lo que parece una trampa pasa a ser una travesía para encontrar el corazón de La Paz en su delirante y asombrosa noche. Averno es una obra de simbología andina con un gran guion que aprovecha al máximo las visiones fantasmagóricas de las sinuosas calles de la ciudad para crear una ilusión maravillosa sobre los caminos que conducen al infierno y la búsqueda de una salida del mismo a través de la introspección.
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